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10 hábitos típicos de los portugueses

  • Foto del escritor: Pedro Peixoto
    Pedro Peixoto
  • 10 mar 2021
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 11 mar 2021

Si quieres aprender portugués debes también conocer la cultura por detrás del idioma. Esta es una corta y divertida lista de costumbres que casi cualquier portugués reconoce como íntrínseco a ser como somos.


  1. Tomar café. Para nosotros, tomar café es lo más natural del mundo y generalmente lo significa todo, incluso tomar un café. “Vamos tomar café”, de hecho, se puede usar para ir a comer, cenar, tomar una cerveza o solo hablar. En efecto usamos la expresión para hacer planes, no necesariamente para beber ese espresso corto y fuerte.

  2. Advertir a los extraños de la presencia policial en la carretera. Si acabamos de pasar un control hacemos señales luminosas a los coches que pasen por nosotros poco después para avisar de la presencia de la policía.

  3. Merendar. Hacemos una pausa a media tarde y a jalar. Por lo general, consiste en un bocata o un pastel y una bebida caliente como té o café con leche. Y nos gusta hacerlo en la calle, en una pastelería o panadería, pero si estamos en casa lo hacemos igual. Somos uno de los pocos pueblos de Europa que bebe leche a casi cualquier hora del día y lo ve como algo natural.

  4. Raciones grandes. Pedir en un restaurante tiene su punto. Además del couvert, que se cobra (si no lo quieres lo tienes que decir al camarero), en muchos restaurantes más tradicionales es típico pedir doses o meias doses, es decir, raciones o medias raciones. El problema es que no significan para nada que sean individuales, puesto que en un restaurante meia dose puede ser suficiente para dos y en otro la dose quedar corta para uno solo. Es la peor medida que existe pero nos apañamos con consultar siempre al camarero.

  5. Velas en forma de órganos humanos. Sí, es cierto. Tenemos la costumbre de tener órganos del cuerpo humano - riñones, estómago, pulmones, hasta pies, brazos y manos - de cera para quemarlos en los santuarios. En Fátima, por ejemplo, es un clásico. Imagínese que tiene una enfermedad renal o se ha roto un pie; nada como encomendarse a la Virgen y ponerle una velita con la forma de la parte del cuerpo a sanar.

  6. Decoramos las paredes de nuestras casas con platos. Nos gusta tener las paredes decoradas con platos de cerámica con poemas de dudosa calidad, normalmente dedicados a nuestra madre, mientras que muchos restaurantes los tienen para advertir que no fían a nadie.

  7. El caldo de pollo es la solución para el 80% de las enfermedades. El té de limón con miel es la solución para el 15% de las enfermedades. El 4% se resuelve con una visita a un asistente. El 1% restante se soluciona con una copa de vino en la cena.

  8. Nos gusta criticar a nuestro país por todo y por nada. Pero, y es un pero muy importante, lo defendemos ferozmente cuando la crítica la hace un extranjero. Sí, Portugal se parece un poco a nuestras parejas: solo nosotros podemos quejarnos, nadie más.

  9. Llegamos siempre tarde a cualquier tipo de cita. La hora acordada es orientativa, llegar unos minutos tarde no es grave; llegar muy tarde ya es otra historia.

  10. Comemos berlinesas en la playa. Si has estado en una playa portuguesa habrás visto personas con grandes cajas de madera vendiendo bolas de Berlim. Tiene que ver con los refugiados judíos de la Segunda Guerra y es una costumbre extraña pero que encaja perfecta y deliciosamente en la experiencia playera.

 
 
 

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